Pablo Cousteau Vida
Como fotógrafo, siempre he manifestado que busco a través de mis fotografías artísticas acercarme al lienzo que me hubiera gustado pintar.
La fotografía inicial, seleccionada entre decenas o cientos de ellas, es el embrión de un trabajo posterior que conlleva días y semanas de dedicación y que busca resaltar la faceta más sensible , incluso de objetos aparentemente banales: una botella o una jarra, una lámpara, un muñeco en una feria, etc…
Colores, contrastes, tonalidades, formatos, enfoques o desenfoques, filtros, todos ellos al servicio de una simple fotografía que buscar llegar a lo más profundo, a la esencia, a través de un camino que nunca sé dónde me llevará hasta que la obra está completada.
Es un proceso laberíntico que a veces no encuentra salida, pero otras veces sí.
Cada elemento de la fotografía, sea un animal, un ser humano, un objeto inherte o un simple molino de viento, tiene su propia personalidad.
Buscar ese prisma distinto y original es una tarea apasionante, y que genera cierta ansiedad y frustración cuando no se encuentra. Cada uno de esos elementos contiene un diamante en bruto que es necesario pulir con paciencia y precisión para alcanzar el efecto deseado.